Hoy es un día en el que he recuperado un escrito que realicé hace tiempo, en otro blog, pero que me viene al pelo para mi estado de ánimo. Así pues, lo comparto con vosotros.
Hoy es uno de esos días que preferiría no haber levantado la cabeza de la almohada. La pregunta siempre está ahí. ¿Por qué?
A veces tener mi mente clara daña mi salud y, al igual que Buda, decidí pasar, los últimos tiempos, sentada a la sombra de un árbol para buscar la iluminación. Pues bien, la iluminación llegó. Ni soy más feliz ni me encuentro ilusionada por ello, simplemente “se que no soy”
Perdón, mi egotismo atroz debería haber dicho “no somos” No somos nada, simplemente “estamos”, estamos subsumidos por un mundo onírico, egótico y salvaje del cual es imposible huir al menos desde las premisas establecidas por “quien sabe quien” Y ¿quién es quien sabes quien? Tengo la sensación de que “quién sabe quién” tampoco es. “nada es, nadie es”, solo hay sombras chinescas lanzadas sobre la pared inexistente del vacío.
Miro alrededor y descubro con una enorme sensación de vacío que no me produce alteración alguna lo que percibo. Nos sumimos en una falsa felicidad que surge por la posesión pero esta desaparece y volvemos al dolor.
Si nuestra mente se deja embargar por la no búsqueda, quizás logremos encontrar el “ser”, nuestro “ser” que aun “sin ser” vuelve a tener una entidad que le devuelva la libertad necesaria para transitar por un mundo vacío de cualquier atisbo de plenitud.
Si “no soy” no existo, si no existo nada importa, luego si “no soy” nada importa, ni siquiera el “miedo” al “no ser” ni siquiera el miedo a los que “no son”
Hoy quizás equivoque mis sentimientos cuando desperté y supe que “no soy”. Hoy realmente comprendí que la felicidad plena la conseguí cuando comprendí que en verdad “no soy” y “no son” y me da todo igual.
Vapores de sesteo intermitentes nos sumen en una estupidez sin límites que atonta nuestros sentidos convirtiéndonos en simples marionetas condicionadas por otros que, aun siendo iguales se creen diferentes sin ser conscientes de que “tampoco son” ¿Por qué “sin ser” tienen un poder ilimitado sobre nosotros, simples mortales que “no son”.
Saber que “no eres” te da el poder de caminar por esos mundos del “no ser” y tocar las teclas de los que “no son” y pensamos que “son” e intentan destruir a los que “sin ser” están en un nivel físico inferior, aunque no onírico.
Ahí, en ese nivel onírico de no conciencia, dónde Dios ha muerto, podemos comprender nuestro poder y perdiendo el miedo al “no ser”, “somos dios” ¡Viva dios!
¡El verdadero valor sólo se manifiesta cuando le miramos de frente, cara a cara, es ahora que, en verdad, no siento miedo por pensar en ello!
Buenas tardes y hasta otro momento.La Admin.
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