sábado, 9 de abril de 2016

JAMES ENSOR: "ESQUELETOS DISPUTÁNDOSE EL CADÁVER DE UN AHORCADO"




          En este cuadro pintado en 1891 por James Ensor, se tituló: “Esqueletos disputándose el cadáver de un ahorcado”, la naturaleza grotesca y bufa de la obra, refleja la propia visión del artista que es la de un mundo gobernado por el absurdo y la incoherencia, por lo paradójico y lo irracional, donde los pensamientos descabellados y acciones inservibles juegan un papel de suma importancia.

          En esta obra Ensor se muestra duro e irreverente. Se nos presenta como el pintor de los falsos, los mentirosos y los que ocultan la verdad de quiénes son en realidad, con una máscara o tapándose la cara. 

        La época en que vivió Ensor, estaba conformada por una sociedad hipócrita, con caras falsas y expresiones traidoras. En esta obra nos ofrece una visión grotesca de la sociedad que le rodeaba  a través de una escena de lucha entre dos esqueletos que se pelean por un botín mezquino, -“un hueso”- y que se encuentran ante un ahorcado, el cual parece que ejerce de árbitro en la pelea, mientras que un cadáver en el suelo colocado entre ambas figuras se intuye que marca la línea divisoria de ambos campos del combate. 

           A través de esta pelea se especula que  Ensor intentaba mostrar la corrupción de los valores humanos, como la honestidad, la equidad y la solidaridad. El esqueleto de la derecha, lleva un gorro y una chaqueta, que pueden significar que pertenece a la alta sociedad, en tanto que el esqueleto de la izquierda va ataviado con andrajos, lo que le puede asemejar a la baja clase social. 

       La intención burlesca de sus obras, unas veces enigmática y en otras ocasiones irreverente, se complace en lo absurdo, lo cruel y lo brutal para ridiculizar los defectos morales tanto del hombre como de la sociedad y le sirve para ilustrar la deshumanización de una humanidad en la que las clases altas, quitan a las clases bajas y miserables el alimento, simbolizado con un hueso, así como las escasas posesiones que puedan tener, convirtiéndolos en esclavos en su propio provecho, y lo hacen aunque tengan que pasar por encima de sus necesitadas vidas, todo ello con la aprobación y la complicidad de los poderes políticos, que pueden quedar personificados en la figura de un ahorcado, cuya voluntad está sometida a dichas jerarquías. 

       Su pintura no fue apreciada en aquella época. Sólo una generación más tarde, después de la experiencia surrealista, podía comprenderse en toda su profundidad. Hoy en día está de plena actualidad tocando los aspectos que asolan a nuestra sociedad.

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