lunes, 18 de abril de 2016

TRINCHERA EN LAS LANDAS, DE OTTO DIX.


          En la obra, “Trinchera en las Landas”, vemos la experiencia de Otto Dix que, como soldado en el frente occidental, había presenciado los horrores de la guerra, el espectáculo angustioso de las trincheras, las carnes de unos seres humanos destrozadas por las bombas. Otto Dix se enroló en el ejército alemán como voluntario en la Primera Guerra Mundial, y se obligó a participar en ella  para poder plasmar la violencia, la crueldad y  la muerte desde la mayor asepsia informativa posible, como si fuera un corresponsal de guerra. 

         En la obra de Otto Dix podemos ver que hay una estética de la guerra de la misma manera que hay una estética de lo terrible, lo cruel y hasta una estética de la miseria, y la desesperación del ser humano, que es lo que queremos comprender en esta Exposición Pictórica. Así podemos ver en la obra gráfica de Otto Dix que mediante la técnica del aguafuerte plasmó las atrocidades de la guerra, del dolor y del sufrimiento que puede acontecerle al hombre en su devenir vital.

         Ya Goya en sus aguafuertes y aguatintas plasmó esos mismos horrores referidos a otra guerra, pero con las mismas consecuencias, como fue “la invasión francesa en España entre 1808-1812.

         Con una lucidez despiadada y casi fotográfica, Otto Dix describió las miserias, las infamias y la monstruosa estupidez de la guerra en su serie de 50 aguafuertes de 1924: “La guerra” (Der Krieg) que es uno de los más enérgicos alegatos antibelicistas que ha engendrado el siglo XX. En ellos nos plasma las batallas del frente occidental, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

         Todo este espectáculo de muerte y crueldad los plasmó en sus cuadros de forma muy precisa e incluso con gran violencia y consternación.  En ellos Dix  nos mostraba su odio a la guerra y hacía hincapié en aquella realidad terrible y cruel  sin pasar nada por alto.  De esta forma, sus campos de batalla con  alambradas y trincheras inundadas de cadáveres putrefactos de soldados y caballos confundidos en el barro sanguinolento, se fusionaban en un paisaje maldito y desolador. Estos cuadros de Dix eran el espejo fiel de “una civilización perdida o que estaba destinada a perecer”, pero que parece que nunca va a acabar.

         Dix con estas obras quería dejar constancia de unos hechos que no deseaba que desaparecieran de nuestra memoria ni de nuestra conciencia.  Tan solo me queda sentir que “ si no se aprende de la historia, habrá que repetirla”, y en ello estamos hoy en día, repitiéndola una y otra vez con las mismas consecuencias de horror y crueldad. Basta ver las noticias con las que somos bombardeados en los telediarios y periódicos. Esta concentración de crueldad no es un símbolo  sino el síntoma de lo que el ser humano padece a lo largo de su vida y a lo largo de la historia.

         Los colores utilizados por Otto Dix corresponden a una paleta muy restringida y sombría, todos ellos asociados a la muerte y a la destrucción. Para la muerte utiliza colores fríos, como el gris, el verde y el blanco- para los cuerpos en descomposición y la destrucción, usa colores cálidos como son el rojo y el naranja, que nos recuerdan a los colores de la sangre.  Vemos como la muerte domina  al colocar zonas clareadas que atraen la mirada hacia ellas.



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