sábado, 2 de abril de 2016

INGENIERÍA SOCIAL.


             ¿Cómo funciona la ingeniería social? 
          Pues la cuestión es sumamente fácil de comprender. Primero se crea una “Crisis económica general”, como la que estamos sufriendo. Para perjudicar al pueblo, se va retirando de la circulación todo el dinero real posible, concediendo créditos ubicados con dinero no real que sólo queda plasmado en el ordenador. Grandes sumas de dinero quedan así incorporadas a fortunas que detentan pocas manos,  la de los poderosos y el pueblo queda desposeídos de sus bienes y de sus derechos primordiales como es el del techo, la salud y la alimentación.

          Las masas se revuelven y se dividen, yendo contra aquellos que no llevan sus siglas marcadas en la piel, a los que culpabilizan y en ese proceso  siguen manteniendo su fidelidad en aquellos que lo promueven, y otros buscan próceres que les salven, que con un poco de criterio verían que son los mismos perros con diferentes collares. Unas veces son de un color y otras de otro, ante las masas, pero arriba sólo tienen un color, el negro de la arrogancia, el egoísmo, y la corrupción de la que no se salva nadie, pues tocar el poder es contagiarse y enfermar con el síndrome de “Hubris". 

          Las gentes del pueblo, vapuleadas, sufren abusos que son difíciles de explicar y que asumen cuando son de los suyos y se revuelven cuando son de los otros, aunque tengan la misma crueldad incuestionable,  pero se les dice que todo ello va en favor de que los derechos sigan en el pueblo. La masa lobotomizada ni ve ni oye ni es capaz de expresarse con coherencia y absuelve una y otra vez a los culpables con palabras tales, como “pero son los míos”. 

          ¿Qué forma de administración puede darse en una sociedad en la que la corrupción ha penetrado por todas partes?, incluso se ha instalado en el pueblo llano, con un “si ellos lo hace yo también”. Así se producen los sueldos inadmisibles en contra de los derechos más aceptables, en trabajos realizados y no pagados por empresarios corruptos de medio pelo que se enriquecen a costa de la miseria establecida en el pueblo que desea dar de comer a sus hijos.


        Para llegar a esta situación, la Jerarquía, a la que hemos dado el poder con nuestros votos, pero después se olvida de los que les votaron, inmersos en su  ampliar sus peculios, sabe que la ingeniería social debe debilitar el espíritu público por medio de la crítica; hacer perder la costumbre de pensar, debilitar su capacidad de crítica, eliminar de los estudios aquellas materias que les permita ser conscientes de lo que sucede a su alrededor y ofrecerles “pan y circo” porque la cultura y la ciencia representan un gran peligro para el poder (Ley Wert). El sistema de represión del pensamiento que en los últimos tiempos se está llevando a cabo se fundamenta en la enseñanza por la imagen a través de Tv, ordenadores, móviles e Internet, entre otros, que debe transformar a la masa en animales dóciles que no piensan, que esperan la representación de las cosas por imágenes y siempre están pegados a la pantalla, dejando de socializar por completo.


          Para dominar la opinión pública, es preciso dejarla despistada, expresando por diversos medios de comunicación opiniones diferentes,  enfrentadas  y contradictorias que llevarán a la masa a pensar que ante tanta bazofia mediática es mucho mejor no tener ninguna opinión en política. Cuando el pueblo se encuentra desorientado se enfrenta a la discordia que se produce entre los partidos que imposibilita, una vez más, que exista una “unión que establezca una fuerza” y que surja la unión de masas creativas, aunque al final deriven en la búsqueda de un líder que los llevaría de nuevo al principio.

          Pero debemos seguir nuestro proceso de Ingeniería Social. La baja burguesía y clase medias deben ser desposeídas, lo mismo que la masa obrera de cualquier tipo de sustento, económico y por ende social, para hacer que la brecha entre los de arriba y los de abajo sea insalvable. Así se ha llevado a cabo, siendo las clases medias y la baja burguesía las que más han sufrido la crisis pues están desposeídas de sus patrimonios embargados y sin ayudas de ningún tipo. 

          El libre acceso a la cultura es muy peligroso y se debe intentar que solo quede para las clases elegidas, pues así es más fácil mantener una clase de esclavos sumisos que no son capaces de ver que lo son. Con leyes especiales de educación la cultura queda así reservada a los privilegiados y la masa queda reducida a simples marionetas para ser usadas y tiradas cuando dejan de ser útiles. La verdadera dominación de las masas solo se puede dar en aquellas gentes que son reconducidas a una sumisión sin capacidad de crítica, porque les han robado su poder de detentar su propio criterio ante cualquier cuestión.  

        La ausencia de espíritu crítico de las masas sirve a las instancias del poder. Los psicólogos dicen que se debe aquietar a las masas y mantenerlas en un  estado de apatía letárgica, pero lo cierto es que la masa solo es fácil de manejar cuando está fanatizada para formar una perfecta herramienta de apoyo a la política. Así pues, se ha de agitar al pueblo hasta hacer de él una masa de gran volumen que es más fácil de dirigir. Cuanto más diferenciada sea su disposición, la estructura toma el carácter típico de una masa desindividualizada. Lo que se le dice al pueblo, cuando compone una masa, en un estado receptivo de fanatismo, se grava en su mente como una sugestión hipnótica favorable al poder.

          No es difícil comprobar que nuestros próceres no tratan de suprimir la desigualdad entre los hombres, sino, por el contrario, su intención es, y está siendo, la de ampliarla y hacer de ella una ley protegida por barreras infranqueables. No puede haber derecho igual para todos. En este nuevo orden, habrá una clase de señores, que se corresponderán a las altas clases sociales del poder económico y social y una muchedumbre que estará conformada por los diversos cuadros políticos y administrativos, cualificados jerárquicamente. Habrá también una masa, la colectividad de los servidores, de los inferiores, que dentro del sistema, se encuentran ninguneados y con apenas posibilidad de ascender en el escalafón social y finalmente la de los esclavos, con contratos basura, que sobreviven en condiciones ínfimas sin apenas derechos. Finalizamos este cuadro social con la clase de los miserables, aquellos que han quedado fuera del sistema, sin esperanza de encontrar una salida digna a sus vidas y sin  derechos que les permitan sobrevivir. 

            El pueblo se ha puesto a gritar que es preciso resolver la cuestión social, pero la división del pueblo en partidos les pone a disposición del capital, pues tienen grabado a fuego que los suyos o la hecatombe. Pero No existen salvapatrias, todos cojean del mismo pie, “el poder” y detentarlo para su propio provecho y el de sus allegados.

          Con todo ello tan sólo vemos en las mentes de los que detentan el poder una máxima: “Después de tantos siglos de hablar de la protección de los pobres y de los miserables, este es el momento, de proteger a los fuertes, amenazados por los seres inferiores”. Y ahí nos encontramos, divagando y discutiendo de nuevo sobre los míos o los tuyos, pero que ni son míos ni son tuyos, simplemente son de ellos.

          Un saludo afectuoso.
                     La admin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario