jueves, 7 de abril de 2016

LA MALDAD DEL SER HUMANO



          El ser humano, en general, tiene ambición de poder y bien es cierto que pocos están dispuestas a sacrificar su propio provecho por el bien general. En el principio de los tiempos el hombre seguía a la fuerza ciega, ahora sigue a la ley que no es otra cosa que la misma fuerza ciega disfrazada de bien general. 
          
          Debemos considerar que la fuerza de la masa humana es irreflexiva, salvaje, ciega e injusta y cuando consigue un atisbo de libertad la convierte en anarquía. Para poder acometer esta desorganización, se lleva a cabo una ingeniería social que lleva a mostrar a la muchedumbre popular que no es capaz de estar sin un líder que lo  guíe. Esta masa ciega y aborregada se deja arrastrar a las más incorrectas acciones porque le han quitado su capacidad de criterio debido a que no le permiten conocer las trampas del arte político subsumido en la más grosera demagogia. 

         Teniendo en cuenta que la política nada tiene que ver con la moral o la ética, sino que se guía por la astucia, el engaño y la hipocresía; el caldo de cultivo está en situación. Las leyes y el derecho  se fundamentan en la mayor parte de las ocasiones en que “el fin justifica los medios”. 

      San Pablo, en Romanos 5, dice: “No existe ningún justo, ni uno sólo. Todos están desviados y pervertidos. No existe nadie que haga el bien, ni siquiera uno”.Y son palabras de la Biblia, que más queda por decir.

          Sobre ello dice F. Laplantine: “esta corrupción radical de todo el ser que es responsable de la permanencia histórica de la violencia se sitúa en un plano más allá de la moral”, y añade que: “El hombre por si sólo es incapaz de volver a un estado antológicamente distinto de su estado actual, irremediablemente violento”. Por todo ello, continúa afirmando que, “la historia contemporánea ha confirmado la existencia  de una violencia radical inextirpable del corazón del hombre.” Así pues, después de la I Guerra Mundial, asegura . Laplantine que “la conciencia humana, hastiada de asesinatos, parecía, haber comprendido y jurado que no volvería a esa senda” pero lo cierto, -añade- es que “la violencia se amplió considerablemente durante la II Guerra mundial; y se elevó al rango de doctrina la voluntad de exterminar a un pueblo entero, y el asesinato adquirió un carácter científico y sistemático”. Así continúa diciendo que en la actualidad “los campos de concentración, las deportaciones, los bombardeos, las torturas, los métodos de humillación y los asesinatos masivos de las poblaciones son acontecimientos que forman parte de la vida cotidiana”, y todos los días nos vemos bombardeados por imágenes de los actos más viles y crueles que el ser humanos puede llevar a cabo casi sin pestañear.

           Esto es algo que día a día vemos en todos los telediarios, y nos damos cuenta que la vida humana no vale nada para las altas jerarquías del poder, que se llenan la boca de palabras sin contenido que les sirven para hacerse la foto, pero que no van más allá de ser simples palabras sin contenido.

       Para finalizar F. Laplantine asegura que “una minoría de la población mundial construye su prosperidad sobre el pillaje de una mayoría hambrienta”, a esto ha llevado el Neoliberalismo, y añade que “hemos entrado en una época de barbarie organizada”, Ante todos los muertos que a diario nos conmocionan, finaliza diciendo que “se emocionan los humanistas ante ello, aunque después de que esos asesinatos masivos hubieran tomado forma; otros, por el contrario, festejan los hechos. La ideología del progreso es una impostura. Existe en el fondo del corazón humano un deseo infinito de regocijo egoísta que le lleva al asesinato de su congénere, y la agresividad ha pasado a formar parte de la energía que impulsa al individuo”.
          
            Esta es la desgraciada verdad de la sociedad humana.

                Un afectuoso saludo descorazonado.
                                     La Admin.


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